lunes, 8 de octubre de 2012

Reflexiones


“El cielo”
¿Crees que la vida termina con la muerte?

-Se que debe existir una verdad escondida, pero creo que nadie puede saberla antes de su muerte.

“C”
-Lo que dices quizá los descubrirás en alguna etapa de tu vida, más es conveniente que sepas que la vida que vives, jamás termina.

¿Cómo podéis demostrar esa verdad?

“C”
Teniendo fe en la enseñanza que se deriva de los mensajes que damos. La vida existe y la muerte también. La vida merece ser vivida muy feliz, pero la llegada de la muerte, os produce infelicidad. Estas enseñanzas van dirigidas a aquellas personas que aún sin saber que existe la vida después de la vida que disfrutáis, creen en ella y viven dispuestas a enfrentar el reto que supone modificar una mente cerrada. También para aquellas gentes que poseen la seguridad de que viven aquí, pero que saben de la vida celestial. Las más elevadas desean demostrar su amor, pues desde que nacen, en su interior, vive la seguridad de que el mundo es el lugar donde pueden experimentar su deseo de servir a Dios, y al mismo tiempo, ganar un lugar en el cielo.

“C”
-¿Es cierto que la vida es una irrealidad?

Así es. Aunque tú  entiendes que la vida viene destinada a superar muchas dificultades para vuestra enseñanza personal, estas dificultades que se dan, son para la evolución de vuestra alma. Debido a tantos obstáculos y problemas que encontráis, os sentís infelices, pero todo es una irrealidad. Las dificultades vienen dadas para la evolución del alma y para que améis todo aquello que ocurre durante vuestra existencia. El amor es la única realidad.

Introducción


El pasado fue ayer
Hoy es el presente
Aprendamos de los errores del pasado
Para que no vuelvan otra vez

PROLOGO

Aunque desde siempre intuí que la vida debía tener una razón de ser y que su meta es alcanzar el cielo de Dios a través de la bondad y el amor, mi vida,  fue transcurriendo entre la felicidad, el dolor, la alegría, la amargura, pocos aciertos, muchos errores y en ocasiones falta de amor hacia los demás incluso hacia mi misma. Mi ego dominante y mi mente crítica, siempre estaban presentes sin darme cuenta de que, dependiendo de cómo usaba mis actos, pensamientos y palabras, en mi interior, causaban  un efecto negativo o positivo. Un día, cansada de acarrear con el peso de mi mente y mi ego, me dirigí a Dios. No sabía dónde se encontraba, aunque creía que debía existir en algún lugar del cielo. Le hablé y me rendí ante El, le entregué mis problemas y preocupaciones  y le pedí que demostrara su existencia. Di mi primer paso hacia El y El hasta mi llegó. Descubrí con el tiempo, que el Dios con el que hablaba, reside en mi corazón. Puso a mi alcance  enseñanzas ancestrales basadas en los valores humanos que grabé en mi corazón y que dan felicidad permanente a mi alma, aún en los duros golpes de la vida. En ocasiones puedo flaquear, pero la fe en Dios, me ayuda a sobreponerme,  porque se que todo tiene su razón de ser y que todos tenemos una misión que cumplir durante nuestra vida terrenal. Encontré la espiritualidad y la certeza de que la Existencia Divina y los valores humanos, residen en cada persona. El me enseñó a amar y transformó mi corazón llenándolo de luz. Lentamente, a través de las prácticas espirituales aprendí a aquietar la mente y en ese silencio, recibí el don de escuchar los mensajes y enseñanzas que desde planos celestiales, nuestros guías espirituales, con amor y mucha paciencia, me han ido dictando. Hasta hoy, continúo recibiendo y recopilando estos grandes regalos de amor y verdad  que son como gotas de lluvia para mi espíritu. Los primeros mensajes recibidos, algunas conversaciones mantenidas y pequeñas historias de fácil comprensión que simbolizan una enseñanza espiritual, están expuestos en este pequeño libro, quizá puedan ser de utilidad para aquella persona que desee descubrir a Dios en su corazón.